El edificio fue completamente reformado, pasando de dos plantas de oficinas y dos de vivienda a tres niveles de oficinas diáfanas y un único dúplex en bajocubierta. Se desmontó y reconstruyó la fachada original de 1889, obra de Juan Miguel de la Guardia, respetando su diseño con arcos y balcones. La escalera original de madera fue restaurada minuciosamente, al igual que el portal y su cortavientos.
La intervención combina eficiencia energética Passivhaus con una cuidada conservación del valor arquitectónico y patrimonial del inmueble. El reto principal fue cumplir los estándares Passivhaus, desmontando y reconstruyendo su fachada protegida.